La Ingeniería Emocional me ha ayudado a simplificar el complejo mundo de las emociones y, por tanto, a entenderlo mejor. Gracias a ello he conseguido identificar las emociones adecuadamente, ajustarlas a las situaciones y sobretodo conseguir colocarlas entendiendo la utilidad de cada una de ellas. Ha sido un gran descubrimiento entender que existen emociones auténticas y falsas y ver que cuando no encontramos esa emoción verdadera nos alejamos del nuestro camino y, por tanto, de nuestra felicidad. Ahora soy yo quien elige hacia dónde dirigir mi vida sin la sensación de que un torbellino emocional me arrastra. En general, me siento una persona más centrada y serena y con mayor capacidad de abordar las nuevas situaciones que vayan a aparecer en mi vida.