Cuando miraba a Pipo sabía que si pudiera hablar me diría muchas cosas.Desde el profundo amor que le tengo cuando me eligió como su dueño hemos tenido que vivir separados, y estaba seguro que él no lo entendía muy bien. Cuando mi chica me habló de Marta y de la posibilidad de comunicarme con él, no lo dudé ni un instante. Y a ella nos encomendamos Pipo y yo. Nos escuchamos. Nos hablamos. Nos lo debíamos. Nos lo merecíamos. Gracias Marta por hacer posible una conversación pendiente, inolvidable, a partir de la cual soy mucho más y mejor ser humano. Y Pipo, feliz, mucho más tranquilo, ya está en su sitio.